Una de las principales características de los jabones Pardo es el respeto por la elaboración tradicional que hemos mantenido durante más de nueve décadas. Nueve décadas en las que han cambiado muchas cosas, como los controles de calidad que se aplican tanto a los ingredientes como al producto final, o el volumen de producción que generamos cada día.

La esencia del jabón tradicional, sin embargo, continúa intacta y celosamente protegida por el saber hacer de nuestra cuarta generación de maestros jaboneros, un oficio en peligro de extinción del que ya te hablábamos aquí.

Pero, ¿cómo es el proceso de producción de un jabón tradicional en la actualidad? Te contamos cuáles son los pasos que seguimos cada día para llevarlo desde nuestra fábrica a tu hogar.

Llegada de las materias primas a fábrica

Los componentes fundamentales del jabón tradicional son las grasas y la sosa caústica. Cada día llegan toneladas de ellos a la fábrica, pero antes de su descarga se obtienen muestras tanto de estos como de otros ingredientes complementarios para su análisis en laboratorio. Si en el control no se detecta ninguna anomalía, se autoriza su entrada a la cadena de producción.

Refinado de los aceites

Los aceites no son aún aptos para su uso cuando llegan a la fábrica. Antes, son sometidos a un minucioso proceso de refinado que elimina las impurezas de los mismos, así como el color y olor propio de cada uno de ellos. Esto se consigue aumentando la temperatura de los aceites para eliminar cualquier rastro de humedad en ellos, y añadiéndoles una tierra decolorante a base de rocas silíceas, que atrapan el color y el olor. Por último el aceite es filtrado, ya totalmente homogéneo, para su uso en el siguiente paso.

Elaboración de la base del jabón tradicional

En esta fase es fundamental la intervención del maestro jabonero. Él se encarga de controlar que la proporción de aceites y sosa que se introduce en la caldera es la adecuada para que la reacción de saponificación de lugar a un jabón que cumpla nuestras especificaciones de calidad. La caldera en la que se elaboran nuestros jabones tiene una capacidad de alrededor de 50.000 litros.

Una vez terminada la reacción, se deja reposar 72 horas para que la pasta de jabón se separe de la fase acuosa quedando en la superficie, de donde se extrae para que pase a la siguiente fase de producción.

Secado

La pasta resultante del proceso de saponificación se calienta a unos 80º C en un atomizador para retirar parte de la humedad, consiguiendo así la proporción idónea para la elaboración del jabón.

Mezclado

El producto que obtenemos en el paso anterior ya se parece mucho más al jabón que terminará llegando al consumidor. Es el momento de añadir otros ingredientes que sumarán a su poder higienizante otros beneficios para la piel, además de aceites esenciales o perfumes que harán de su uso una experiencia más agradable.

Compresión

Una vez mezclado con el resto de ingredientes, el jabón pasa por varias compresoras para su homogeneización. Este proceso finaliza en una máquina compresora que, mediante vacío, elimina el aire que pueda quedar atrapado. Además, mediante extrusión el jabón se compacta en una barra.

Cortado y envasado

La barra formada en la compresora es cortada y troquelada de acuerdo al tamaño y forma del jabón que se está elaborando, y de ahí pasa a la línea de envasado, donde se acondiciona en el packaging con el que llegará hasta las droguerías y perfumerías en las que se distribuyen a diario.

Este es el proceso necesario para llevar a cabo cada una de las pastillas de jabón con las que te lavas las manos cada día, como por ejemplo las de la variedad Pardo Vintage ¿Te lo imaginabas así?