La del maestro jabonero es una de esas figuras fundamentales sin las cuales no entenderíamos la vida en Pardo 1927. Su oficio acumula más de 3000 años de historia, al datarse las primeras referencias de la existencia de jabón en la antigua Mesopotamia. Y ha evolucionado hasta nuestros días, en los que resulta ya difícil encontrar maestros jaboneros ‘de los de toda la vida’.

El día a día del maestro jabonero

¿Pero qué hace exactamente un maestro jabonero? Para entender este oficio, es necesario conocer también cuál es la base de cualquier jabón natural y artesanal: la grasa o aceite, y la sosa.

Al llegar a la fábrica, los aceites destinados al jabón pasan por un proceso de refinado que elimina impurezas, acidez, color y olor. Y es justo después cuando entran en escena el maestro jabonero y la caldera en la que se fabrican los jabones artesanales.

La función principal del maestro jabonero es:

  • controlar que los aceites y la sosa lleguen a la caldera en las proporciones adecuadas.
  • aplicar el vapor necesario para llevar a cabo la mezcla.
  • valorar en cada momento si la textura y untuosidad de la masa resultante es la adecuada para pasar a las siguientes fases de producción.

Es solo después de su visto bueno, y de una decantación de 72 horas, que por fin puede extraerse la base de jabón natural. A esta se añadirán más tarde otros ingredientes y componentes que darán lugar a las diferentes variedades de jabón presentes en el mercado.

Por tanto, el maestro jabonero se sitúa al principio de la cadena de producción. Este es el motivo por el que su labor es fundamental para que todos los jabones sólidos que se elaborarán posteriormente con esta base cumplan con los máximos estándares de calidad.

Así, en estos tiempos en los que parece que absolutamente todo puede automatizarse, sigue siendo necesario el conocimiento y la pericia humana a la hora de equilibrar la fórmula de un jabón artesanal. Sólo de este modo, conseguimos que nuestros productos sigan haciéndose tal y como nos enseñaron nuestros padres y abuelos desde nuestros inicios, allá por 1927.